El 12 de mayo de 1941, el ingeniero alemán Konrad Zuse presentó en público la Z3, la primera computadora programable y completamente automática del mundo. Zuse llevaba seis años trabajando en su desarrollo. La máquina tenía dos mil trescientos relés y podía efectuar cálculos con aritmética en coma flotante. Si no goza del prestigio y conocimiento popular tal vez se deba a que se creó como apoyo bélico para el gobierno alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
Pese a ello, y a que su finalidad era concreta y no genérica, la Z3 es capaz de superar el Test de Turing, y merece su reconocimiento como abuelo de los ordenadores modernos, que se adelantó en cuatro años y nueve meses a la norteamericana ENIAC, esta sí destinada a un uso genérico.
Es forzoso reconocer el genio de Zuse: después de la Z3 creó uno de los primeros lenguajes de programación de alto nivel, el Plankalkül, que permaneció inédito durante treinta años. El ingeniero llevó a cabo estas innovaciones en soledad, al margen de la comunidad científica de su tiempo.
Siendo tan revolucionaria como fue, cabe decir que la Z3 lo podría haber sido aún más: Zuse tuvo que construirla con elementos electromecánicos a falta de presupuesto para basarla en la electrónica.
Los bombardeos aliados destruyeron la Z3 original en 1943. Se puede visitar una réplica operativa en el Museo Alemán de Múnich.
Imagen | Konrad Zuse Internet Archive