El phubbing es un fenómeno relativamente nuevo que seguro que todos conocemos ya aunque obviamente no con un nombre tan rebuscado.
2007 es el año en el que todo empezó, cuando aparecieron en el mercado los primeros smartphones o teléfonos inteligentes pero esta nueva tendencia lleva apenas un par de años entre nosotros completamente instalada.
Seguro que todos habéis quedado alguna vez con un amigo vuestro que no soltaba su móvil en ningún momento, subía fotos de lo que estabais comiendo, lo que ibais a hacer o lo dónde os encontrábais (geolocalización) mientras hacían como que pasaban un rato con vosotros.
Este fenómeno, ignorar a nuestro acompañante, acaba de ser bautizado como phubbing, que no es ni más ni menos que la unión de las palabras phone y snubbing y que se entiende como el acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona.
El concepto se ha convertido en algo tan universal que ya han empezado a crearse plataformas virtuales en contra de este comportamiento, antiphubbing que lo que hacen es exigir el fin de esta práctica al tiempo que piden a los internautas que voten, todo ello bajo el lema de Stop phubbing.
Esta plataforma en particular ha tenido bastante impacto. En ella los usuarios pueden elegir si están a favor o en contra de esta práctica. La página va contabilizando esos votos, que cuentan por el momento con un 81% de detractores frente a un 19% de defensores. La iniciativa cuenta también con una fan page en la que buscan captar más seguidores.
Entre sus datos destaca especialmente cómo el 87% de los adolescentes prefieren comunicarse por mensajes de texto antes que hacerlo cara a cara. El mayor número de personas que practican el phubbing se encuentran en Nueva York, seguidos de Los Ángeles, Londres y París.
La mayoría de los phubbers utilizan su smartphone para:
- Actualizar su estado.
- Chatear con otras personas mientras están contigo
- Descargarse música
- Googlear a Chuck Norris
- Jugar a juegos
- Reírse de bromas que no son suyas