El consumo compartido está posibilitando soluciones inteligentes y flexibles a quien no tiene necesidad de comprar cuando le resulta más cómodo alquilar. Para el teletrabajo y la compartición de espacios de oficina, por ejemplo, abundan las aplicaciones.
Los medios digitales lo han hecho posible, abaratando costes y revolucionando sectores como la música, la fotografía o el cine. El del transporte no iba a ser menos. La implantación del smartphone, el precio del combustible y la crisis económica han sido el caldo de cultivo para impulsar fenómenos de viajes compartidos en coche como BlaBlaCar.
Durante los últimos meses hemos vivido un duro enfrentamiento a tres bandas en este mundo: la administración, las empresas tecnológicas que proponen el nuevo modelo y su competencia directa.
Y si pensábamos que la polémica se iba a reducir a Über o BlaBlaCar, hace poco sabíamos de una nueva aplicación que puede caldear más el ambiente: Parkatmyhouse.
La app Parkatmyhouse llega a Europa
¿Qué conductor en una gran ciudad no ha tenido problemas para encontrar aparcamiento? La aplicación Parkatmyhouse permite a los usuarios registrar una plaza de su propiedad y ofrecerla por horas a los estresados conductores que se desesperan dando vueltas por las pobladas calles de su ciudad.
Las posibilidades de la app, gracias a la geolocalización, son enormes: se puede discriminar la búsqueda de plaza por distancia, tipo de plaza y fecha, y solicitarla por distintos tramos horarios. En principio, otra gran ventaja es que resultaría mucho más barato que un aparcamiento, aunque Parkatmyhouse cobra una comisión de un 15% por intermediar entre usuarios.
Está por ver si Parkatmyhouse encuentra tantos escollos legales como Über o BlaBlaCar, y qué opinarán los gobiernos europeos y negocios de aparcamiento. En Estados Unidos no solo ha tenido buena acogida sino que las autoridades legales lo apoyan públicamente. Al fin y al cabo, si alguien puede alquilar su plaza de garage a otra, ¿qué impide hacerlo a través de una aplicación?
Esta app nació en 2006 en Reino Unido, funciona también en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda y ahora pretende desembarcar en Europa. De momento solo para iPhone. Sus beneficios saltan a la vista: cinco mil millones de dólares desde su fundación.
La historia de Über y Blablacar
La polémica por el uso compartido del coche ha afectado a la vez a dos compañías:
BlaBlaCar nace en Francia en 2006, cuenta con seis millones de usuarios en doce países. Es una red social donde usuarios se ponen en contacto para compartir los gastos de un viaje. En países como Alemania, comentan, se practica esta costumbre desde hace décadas. BlaBlaCar, que no ha tenido denuncias en ningún país, está creciendo en España con el triple de rapidez que en Francia y ha recibido una inversión de cien millones de dólares por parte de la empresa londinense Index Ventures.
Über, que se inició como servicio de limusinas, también actúa como intermediaria, pero los conductores, aunque trabajen por cuenta propia, pasan unas pruebas. Se consideran profesionales porque cobran por el desplazamiento. Esta empresa de Estados Unidos, financiada por Google, funciona en treinta y siete países y ciento veintiocho ciudades. En España cargan un veinte por ciento del importe por trayecto.
Las primeras acusaciones a estos servicios provinieron de los taxistas y se centraron en Über. Ya desde abril de este año se iniciaron las quejas, y el once de junio, después de reunirse con el gobierno español, se convocaron en huelga. En París, Inglaterra y Alemania también ha habido quejas del sector de los taxis. La razón no es principalmente monetaria: Über se centra en vehículos de gama alta y sus tarifas superan a las de los taxis.
La Unión Europea salió muy pronto al paso de estas opiniones, declarando la legalidad de BlaBlaCar, y remarcando que Über “no es enemigo de los taxis”.
El Gobierno español actuó con más cautela. El Ministerio de Fomento emitió un comunicado, según el cual toda actividad que funcione con ánimo de lucro sin licencia es ilegal y amenaza con multas graves, de entre cuatro mil y dieciocho mil euros para las empresas, y entre cuatrocientos y seiscientos para los usuarios. Esto implicaría a un servicio profesional como Über pero no a BlaBlaCar, donde se entiende que se comparten gastos pero no hay interés económico, de igual modo que unos amigos o compañeros de trabajo pueden viajar en el mismo coche. La propia web calcula los importes y vigila que no se cobre más de la cantidad necesaria para el viaje.
Aún así, BlaBlaCar tampoco se ha librado de críticas. La compañía de autobuses Fenebús la acusó de competencia desleal, ya que muchos usuarios preferían utilizar este método de manera habitual en lugar de elegir su servicio. BlaBlaCar se defendió observando que nada impide a los usuarios conservar los datos de un contacto y repetir trayecto varios días, como hace un autobús. La federación de autobuses también indicaba que BlaBlaCar tienen previsto cobrar una pequeña comisión, que les obligaría a tributar por ello, extremo que la empresa de la aplicación admite y asegura que están cumpliendo sus obligaciones con Hacienda.
Pese a lo dicho por Fenebús, la situación de BlaBlaCar queda, en principio, dentro de la ley, aunque Fomento avisó que se supervisarían estos desplazamientos para detectar situaciones de ilegalidad. BlaBlaCar entraría en la definición de “carpooling”, método que ya utilizan empresas españolas de manera interna para que sus empleados compartan coche si lo desean.
Desde Über se argumenta que su actividad también lo es, debido al vacío legal acerca del papel de las nuevas tecnologías en el transporte. En la modalidad empleada en España (ÜberPop, una versión low cost de su servicio), Über hace de intermediario, ya que los conductores no están en plantilla ni se dedican a ello como medio de vida sino en ratos sueltos. Según sus detractores, Über y sus conductores sí tienen ánimo de lucro y no poseen licencia, por lo que se incumple la normativa laboral, fiscal, de transportes y de tráfico, y se carece de seguro de accidentes para el consumidor, lo que han denominado como “la ley de la jungla” y básicamente perciben como un servicio de “taxis piratas”. La política autonómica también se ha mostrado contraria: la Generalitat ha pedido el cese de Über, que por el momento sólo funciona en Barcelona.
Servicios de desplazamiento como Über han sido prohibidos en otros países, aunque Bruselas, como se ha visto, no parece preocupada por regular la cuestión (aunque de hecho no es su competencia) y desestima la utilidad de las huelgas. Hay mucho en juego con Über: la aplicación estadounidense está valorada en 18.000 millones de dólares. Una fuente económica nada despreciable para una Europa en crisis.
Muchas apps legales
BlaBlaCar no es la única aplicación de carpooling existente en el mercado. Desde 2011 Cabify opera en Madrid con un centenar de vehículos. La compañía, creada por los diseñadores de Tuenti, sirve para contratar vehículos de lujo a particulares o empresas. Los chóferes poseen licencia y por tanto cumplen con la normativa vigente en España.
EasyTaxi, implantada en ciento veinte ciudades y veintisiete países, es un buscador de taxis, cuyos conductores se pueden seguir por GPS y tienen un perfil para consultar. También puede consultarse el tiempo de llegada del taxi.
Qué pasará en el futuro
Falta por ver si las aplicaciones como BlaBlaCar y prácticas como el consumo compartido son flor de un día que durarán lo que dure la crisis, o si la implantación de buenas prácticas de transporte, económicas y ambientales arraigarán en la sociedad. En España –y Europa- nos enfrentamos a retos económicos y ecológicos y a una densidad cada vez mayor de tráfico en las grandes ciudades. Todo parece indicar que estas aplicaciones, u otras parecidas, van a jugar un nuevo rol en nuestro modo de entender el transporte urbano.