Impreciso pero excitante. Eso le dijo a Tim Berners-Lee su jefe del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) cuando leyó, en marzo de 1989, el primer borrador de lo que más tarde se convertiría en la World Wide Web.
Berners-Lee, un físico británico que por entonces tenía 34 años, esbozó en esta primera propuesta un nuevo sistema de gestión de la información de la Red basado en el hipertexto.
La idea era interconectar la información disponible en Internet de forma similar a como está relacionada en el cerebro humano. Una idea revolucionaria, pero no nueva. Berners-Lee se alzaba a hombros de dos gigantes: Paul Otlet y Vannevar Bush.
Para poner en práctica la idea de la hipertextualidad, Berners-Lee propuso asignar a cada archivo existente en la Red un identificador de documento universal (UDI). Gracias al hipertexto, podría relacionar ese identificador con una palabra a través de un hipervínculo. De esta forma, el usuario podría acceder cómodamente al archivo deseado haciendo clic en el enlace. Había nacido la navegación.
Al año siguiente, en 1990, Berners-Lee desarrolló un programa que hacía las veces de navegador y de editor, y al que llamó World Wide Web. En los meses que se sucedieron, creó el primer servidor, en el que alojó el primer sitio web: info.cern.ch.
En el primer servidor todavía puede leerse:
ESTA MAQUINA ES UN SERVIDOR. ¡NO APAGAR! (foto: wikipedia.org. autor Coolcaesar)
En este sitio se ofrecía a los visitantes información sobre el lenguaje hipertextual con marcas (HyperText Markup Language, HTML) y el protocolo necesario para transferir esos archivos (HyperText Transfer Protocol, HTTP). También ofrecía instrucciones para crear una página web propia e incluso a buscar información en la Red.
El concepto se fue expandiendo, y pronto Internet saltó fuera de los límites del mundo académico. En septiembre de 1994, Berners-Lee creó el World Wide Web Consortium, conocido como W3C. Una entidad que es, en palabras de Lee, un foro abierto y neutral para discutir sobre los protocolos que rigen la Web y que se encarga de marcar unos estándares para que exista compatibilidad entre ellos.
La intuición de Berners-Lee supuso una auténtica revolución en la Red, hasta el punto de que WWW e Internet son, para muchos, términos sinónimos. Con la llegada de la WWW ya no fue necesario memorizar extensas rutas hasta llegar a la información deseada, bastaba con hacer clic en una palabra subrayada. Imágenes, texto y enlaces aparecían integrados en un solo documento, aumentando las posibilidades. Una revolución que hizo de Internet un espacio más universal y accesible, tal y como soñaba Tim.