El pasado 22 de abril se celebró el Día de la Tierra, una festividad reconocida por la ONU desde 2009.
Este año fue Apple quien logró la mayor repercusión en el sector tecnológico con su publicación de un Informe de Responsabilidad Ambiental. En él declaraban el compromiso de la compañía con la protección del medio ambiente y anunciaban el lanzamiento de un nuevo programa global de reciclaje en todas las tiendas Apple Store.
Un problema global
Quieran o no, el reto de la ecología es una cue stión capital para la compañía de Cupertino y su competencia. La industria de las tecnologías de la información es de las mayores consumidoras de energía del mundo. Los poderosos grupos que hacen posible internet gastan el 2% de la electricidad consumida, según datos del 2013, que ahora se habrán superado.
El consumo inteligente es un desafío para las tecnológicas. Es lo que se llama Green computing, o Green IT, filosofía que tiene su origen en el Energy Star de la Agencia de protección del medio de los Estados Unidos. Aquel programa promovió en 1992 las primeras medidas de control eficiente del consumo y las emisiones de los productos tecnológicos.
El otro reto es la cantidad de desechos informáticos que provienen del gasto doméstico y laboral. Materiales fungibles o estables como ordenadores, teléfonos, televisores, consolas, tabletas, marcos digitales y todo tipo de hardware que lo rodea precisan de un reciclaje que no acaba de formalizarse. Cada año, 50 toneladas de basura electrónica va a parar a vertederos allende las fronteras europeas, sobre todo China, India y otros países asiáticos, y desde hace poco, África. Allí deben lidiar no sólo con la cantidad de desechos y su huella ecológica sino con el problema de salubridad que supone exponerse a materiales químicos venenosos, como el plomo, el cadmio o el mercurio.
¿Quiénes se están esforzando más para cambiar esto?
En el informe Cool IT Leaderboard de Greenpeace sólo aprueban Cisco, Google y Ericsson, y no con buena nota. Google, por ejemplo, lleva un tiempo utilizando servidores eficientes que minimizan el gasto de energía de sus centros de datos. Cuestiones medioambientales aparte, la compañía del buscador líder ha trabajado en diversos programas de desarrollo en el tercer mundo. En este sentido, Microsoft también suele involucrarse en el área de la concienciación social.
Se quedan a un punto del aprobado Fujitsu, Sprint, Wipro, HP o IBM, promotores estos desde hace años de un proyecto multidisciplinar de investigación y desarrollo solidario llamado Smarter Planet. A la cola vemos a Nec, Toshiba e Hitachi.
De las españolas, sólo asoma Telefónica, con resultados poco impresionantes, aunque su tendencia va al alza por su mejora en su política energética, que necesita, eso sí, una mayor transparencia.
Curiosamente, hace tan sólo seis años todo era muy diferente. Greenpeace puntuaba con muy buena nota a Nokia (7,5), Samsung (6,9) y Sony Ericsson (6,5). En cambio, Nintendo no llegaba a los dos puntos, Lenovo sacaba un 2.5 y Fujitsu un 2.7. En aquella época, los fabricantes de telefonía parecían destacar también por su trabajo ecológico, y con mejores notas que en el último informe. Quizá Greenpeace haya endurecido sus criterios, quizá las empresas hayan descuidado sus deberes solidarios
Newsweek lo ve de manera diferente. La revista norteamericana lanza cada año su Green rankings. Si en ejercicios pasados Dell quedaba en cabeza, en su informe de 2012 IBM se encaramaba al primer puesto, seguido de HP, otra de las mejor valoradas.
Un asunto crucial
Ya sea por motivos económicos, sociales o morales, los grandes del mercado estarán siempre bajo el escrutiniopúblico. Según la consultora PricewaterhouseCoopers, el 40% de las compañías entienden la ecología como una oportunidad de negocio. En primer lugar como medida de ahorro: según Enterprise Management Associates, la gestión automatizada de la energía reduce en un 20% el consumo.
Y después, por la demanda, cada vez mayor, de los usuarios de productos que no solo satisfagan sus necesidades de trabajo u ocio sino que les resulten de confianza. De parte de los ciudadanos está el arma más poderosa: comprar o no comprar. Crisis de reputación como la de los ERE de Coca Cola en España nos recuerdan que la sociedad es muy sensible no solo a lo que ofrece una empresa sino a su comportamiento ético.