Perec, el programador de novelas

El escritor Georges Perec, fallecido en el año 82, hubiera cumplido 82 años en 2018. Esta simetría, si bien un poco morbosa, hubiera sido muy del gusto de un autor aficionado a los juegos de palabras y de números. Con motivo de este paralelismo, aprovechamos la conmemoración de su nacimiento,

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El escritor Georges Perec, fallecido en el año 82, hubiera cumplido 82 años en 2018. Esta simetría, si bien un poco morbosa, hubiera sido muy del gusto de un autor aficionado a los juegos de palabras y de números. Con motivo de este paralelismo, aprovechamos la conmemoración de su nacimiento, el pasado mes de marzo, para recordar a un escritor único, tan próximo a la literatura como a las ciencias, que ya en una entrevista de radio en 1980 fantaseaba con la llegada de la tecnología informática a los hogares.

Ya desde el principio, el francés Perec fue un escritor singular. Su segunda novela, “Un hombre que duerme”, está escrita en segunda persona, algo de una extrema rareza. Un reto sencillo comparado con “La desaparición”, obra de género negro escrita sin utilizar ni una sola vez la letra E, la más común en lengua francesa. Como colofón del experimento, Perec se permitió escribir “Les revenentes”, un libro escrito solo con esa misma vocal.

Fue solo el comienzo para un creador único que jugó a la literatura desde el lado más racional. Perec llenó sus obras de referencias históricas, de listas y catálogos, de instrucciones, puzzles y juegos.

Estos y otros experimentos le permitieron a Perec la entrada en el círculo literario OuLiPo, acrónimo de «Ouvroir de littérature potentielle», es decir “Taller de literatura potencial”, grupo creado por el escritor francés Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnai. En este grupo, dedicado a la combinación creativa del arte y la matemática, al que dedicaremos un próximo artículo en profundidad, Perec encontró su mejor referente, el lugar donde conectó con espíritus afines, como Harry Mathews o Italo Calvino.

Perec era un estajanovista que probó con éxito multitud de disciplinas: novela, poesía, teatro, guión y realización de cine y televisión, y hasta se encargó de los crucigramas para el periódico Le Point, más de trescientos entre 1976 y 1982.

Pero si hay una obra definitiva y definitoria, la que le garantizó la entrada en el canon de clásicos, es su novela “La vida, instrucciones de uso”, de 1978, un complejo rompecabezas donde la profusión de reglas y guiños es tan cuantiosa como atrevida. Estamos hablando de más de mil quinientos personajes, casi doscientas historias breves, a los que Perec dedicó casi diez años, desde los primeros esquemas de la obra en 1969.

Trata el libro de un edificio de una calle ficticia de París, y las relaciones presentes y pasadas de todos sus habitantes. El narrador establece un momento muy preciso para la historia, apenas un solo segundo del día 23 de junio de 1975, que transcurre, mientras echa una ojeada por todas las habitaciones, el descansillo, las escaleras y demás habitáculos del edificio. La acción congelada no impide echar la vista atrás, a tiempos remotos –hasta el año 1833- y antiguos propietarios, e incluso un vistazo fugaz al futuro.

Pero eso no es todo. Perec no recorre al azar cada habitación. Lo hace siguiendo la cuadrícula de pisos con el movimiento del caballo en ajedrez, pasado una sola vez por cada sitio. En cada una de las seis partes del libro, el narrador consigue tocar cada uno de los cuatro bordes de la malla, izquierdo, derecho, superior e inferior.

Tampoco las descripciones de las estancias son fortuitas. Perec creó un algoritmo para cubrir –y agotar- todas las posibilidades narrativas de un cuento. Para ello preparó un cuaderno de carga con veintiuna parejas de listas, con diez elementos cada una, resultando 420 elementos: posición (entrar, sentarse, descender), actividad (leer, comer, ir al baño), cita literaria (Flaubert, Kafka, Borges), número de personas, época (posguerra, renacimiento, antigüedad), país (Alemania, Italia, España), edad y sexo del personaje, alusiones a lectura y música (clásica, contemporánea, jazz, ópera), libros ("Diez negritos", "Moby Dick", "La Disparition" del propio Perec), sentimientos, mueble de la estancia, animales, plantas, volúmenes, juegos y un largo etcétera…

Una vez inventariado el catálogo de contenidos, Perec ubicó cada uno según un bicuadrado latino ortogonal de orden 10: cada cuadrado de la cuadrícula de 10x10 muestra un par de elementos que nunca se repiten, lo que resulta en cien parejas de contenidos para los 99 capítulos (más un prólogo) del libro.

Muchos autores han experimentado con los límites de la literatura, pero pocos han logrado traspasarlos, aplicando, curiosamente, severas limitaciones a sus historias, como Georges Perec.

Celebramos desde aquí los 82 años del hombre que nos dejó en el 82, dicen que a las ocho de la tarde, la misma hora a la que sucede su obra magna.

Fuente de imagen: Parisette - Wikipedia Commons