Recientemente he cambiado el sistema operativo de mi Mac a Yosemite. Como mi iMac es ya todo un veterano de siete años, he tomado nota de la experiencia, a modo de “diario de actualización”.
En busca de una versión
Mi iMac utilizaba Snow Leopard. Tres versiones de sistema operativo lo separaban de Yosemite, por tanto: Lion, Mountain Lion y Mavericks. Después de tantos años, algunos programas empezaban a acusar el desfase. Tocaba actualizar. Por mi experiencia al cambiar de Leopard a Snow Leopard, la actualización funciona bastante bien, así que no consideré formatear el ordenador y empezar de cero.
Mi primera elección hubiera sido Mavericks, un sistema con más andadura que Yosemite y que suponía más estable. Cuando el ordenador es tu herramienta de trabajo no me parece sensato ser un early adopter. Sin embargo, la gente de Apple, deseosa de que todo el mundo se pase a la más nueva, ha eliminado toda referencia al penúltimo sistema operativo. Cambiar a Lion, que sí estaba disponible, no hubiera tenido mucho sentido. Iba a ser Yosemite, pues.
Yosemite, en la fecha en que esto se escribe, tiene ya más de cinco meses de existencia. Tiempo suficiente para los desarrolladores hayan recibido sugerencias y corregido fallos. La última beta, la 10.10.3, había salido unos días antes, imaginé que con muchos bugs corregidos.
Leí opiniones, pero esto en internet puede ser engañoso. A veces los usuarios utilizamos los foros y los comentarios de los blogs para quejarnos más que para alabar un programa. En cambio, algunos blogs dedicados a Apple me parecen tan apasionados de todo lo que saca la compañía de Cupertino que a veces uno duda de su objetividad.
Hora de lanzarse
Antes de dar el salto, amplié la memoria del Mac, que con sus 2Gb apenas llegaba al mínimo requerido por Yosemite, y realicé una copia de seguridad con Time Machine.
La primera gran sorpresa al actualizar fue que me indicaron los programas que no serían compatibles antes de proseguir. Hubo suerte, sólo era uno de ellos, un software de compresión de archivos poco importante. O sea que todo el software que llevaba utilizando siete años funcionaría. Eso incluye Photoshop, Final Cut, algún videojuego antiguo y todo el paquete Office para Mac, entre otros. Bien.
El proceso total llevó poco. En dos horas y media se había descargado el paquete y actualizado el sistema. Todo tan intuitivo y sencillo como es marca de la casa en Apple.
Probando, probando
Lo primero que llama la atención es el cambio de fuente del menú superior, después de tantos años. Es curioso cómo algo tan sencillo como el tipo de letra puede sorprender tanto, y después volver a ser parte de tu rutina.
Todos los programas que probé funcionaron, menos uno, que falló pese a no haberme advertido de ello el sistema antes de la actualización. Pero se trata de un software de una compañía muy pequeña, tanto que su web está caída y no responden a mis correos desde su dirección de soporte. No se puede decir que fuera un programa de una fiabilidad a prueba de bomba, pero conste que pagué por él y estaba registrado con todas las de la ley.
El que los programas funcionen no quiere decir que no requieran de actualizaciones. En mi caso, iPhoto necesitaba una puesta a punto, y proceso resultó algo engorroso. Leeréis advertencias de que el nuevo iPhoto causa algunos desarreglos en la librería. Tienen razón: los eventos aparecieron desordenados. Cabe preguntarse si la gente de Apple no tiene demasiado interés en mejorar iPhoto, dado que tiene los días contados hasta que llegue el nuevo programa Fotos. De acuerdo, pero mientras un software siga en uso, no es correcto abandonar a los usuarios de esta manera.
Como recordaba una serie de posibles fallos de varias reseñas, fui directamente a lo problemático del sistema:
- Se ha criticado a Yosemite un fallo en el Finder para mostrar contenidos de la carpeta de Aplicaciones. Es cierto… en parte. En mi prueba, Finder fue incapaz de encontrar el Photoshop. No obstante, sí mostró otros programas como Spotify o el navegador Firefox, que también están en Aplicaciones.
- Otro gazapo del que se habla mucho son problemas de conexión a la WiFi. Aunque supuestamente sucede más en portátiles. Aquí defiendo a Yosemite: aunque Mac se inició desconectado a internet, conectarlo no ofreció ninguna dificultad, ni se ha caído desde entonces.
- Se dice que el sistema va muy lento con Yosemite. La lentitud no es una definición muy científica. Aún así, confirmé que el arranque del ordenador es más lento, con esa barra de carga que ha despistado a la gente, pero al final compensa: la carga de programas y el apagado del Mac son más rápidos que antes.
También se habla de que Spotlight y Safari reportan datos personales a Apple.
En efecto, en los términos de uso de Spotlight se avisa que los resultados de las búsquedas se mandan a Apple y al buscador Bing de Microsoft, mientras por otro lado Apple presume de reforzar la seguridad de sus usuarios. Mal por Apple, pero tiene arreglo. Esa opción se puede desmarcar de las preferencias de Safari y de Spotlight, en Preferencias de Sistema. Aquí tenéis más información.
Una vez revisados los bugs principales, ojeé las novedades.
- Mensajes. ¿Mensajes ilimitados desde Mac a un iPhone? En efecto, utilizando la WiFi, los dispositivos de Apple pueden comunicarse con mensajes gratuitos, que se distinguen de los otros por el color del mensaje y por el texto “iMessage”.
- Convergencia con iPhone. La única opción nativa para realizar llamadas, también por WiFi, es FaceTime. A pesar de las malas críticas que recibe esta aplicación, ya conocía la experiencia de llamar de un iPhone a un iPad con FaceTime, y doy fe de que FaceTime ofrece mejor calidad de imagen que Skype. Aunque no lo he probado, imagino que en la pantalla de 20 pulgadas de mi iMac, funcionará igual de bien.
- Se quedan en el tintero novedades como Handoff, Mail o En familia. Por razones de espacio terminamos aquí el repaso.
Hablando de asuntos más triviales, me gusta el estilo plano de los iconos de Yosemite y el menú desplegable derecho de las notificaciones, con una estética muy "iPhone". No sé cuánto lo utilizaré, pero está bien tenerlo ahí. Por cierto, es interesante cómo el diseño de los iconos del iPhone ha terminado por imponerse a un producto mucho más antiguo como los Mac.
En resumen, Yosemite es un sistema operativo interesante e incluso ordenadores antiguos como el mío pueden con él, a menos que tengas el disco duro en las últimas. Trae novedades apetecibles. Funciona muy bien y los posibles errores se corrigen en actualizaciones constantes, aunque atraerá sobre todo a los que les interese la conectividad entre ordenadores o con el iPhone.