La industria musical española y las NFT

Advertencia: este artículo es informativo y no pretende animar a nadie a entrar en negocios o inversiones de criptodivisas. Recordad que, aunque el blockchain sea seguro, las criptodivisas son volátiles, los pagos con criptomonedas no tienen protección legal y hay mucho estafador suelto. Tened cuidado ahí fuera. Después de leer

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Advertencia: este artículo es informativo y no pretende animar a nadie a entrar en negocios o inversiones de criptodivisas. Recordad que, aunque el blockchain sea seguro, las criptodivisas son volátiles, los pagos con criptomonedas no tienen protección legal y hay mucho estafador suelto. Tened cuidado ahí fuera.

Después de leer este interesante artículo de Pitchfork (cuya serie de artículos sobre música y tecnología no podemos dejar de recomendar) acerca de las NFT (Tokens No Fungibles) y las nuevas tendencias musicales anglosajonas, nos ha dado por pensar cómo estará la cuestión en el mundo hispano y hemos brujuleado un poco.

Y la verdad es que se han apuntado a la tendencia bastante rápido. En teoría, los primeros fueron Rock Bad Way, banda de rock de Barcelona, en 2021. El líder de la banda, Marc Vanway, puso en subasta en la web OpenSea, una canción llamada The Snake, por un importe de 1.000 Eth, acrónimo de Ethereums, la divisa utilizada para esta tecnología.

En la fecha en que escribimos este artículo, el tema sigue a la venta, y no parece que alguien vaya a adquirirla (al cambio, hablamos de 1.942.540 dólares), pero ahí queda el récord para Vanway, y la buena publicidad para su banda.

El otro pionero fue Raúl Santos, artista de música electrónica, que ofreció su canción Otra vez más, a un módico precio de 01 Eth.

Tras aquellos inicios, otras bandas han movido ficha. Como Pignoise, el grupo de Álvaro Benito, que puso en 2022 a la venta cuatro NFTs (uno por cada miembro) con imágenes del cerdo que les sirve de emblema. En este caso se ofertaron cincuenta copias de los tres primeros, y diez copias del último archivo. El que adquiriera los cuatro, recibía de regalo una canción inédita de Pignoise. Los NFTs se vendieron en uniquedigital.art.

La industria no ha perdido el tiempo con las posibilidades económicas de los NFTs. No solo en la venta de productos artísticos, sino dentro de sus propios procesos de trabajo. Así, la localidad de Mozota, en Zaragoza, ha sido sede de El Bosque Sonoro, un festival de música pionero en vender sus entradas mediante NFT, que tuvo lugar el pasado verano. Dado su carácter exclusivo y a prueba de estafa, precisamente uno de los males que aquejan a los conciertos masivos, esta tecnología resulta ideal para la gestión de entradas.

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No resultan extraños estos movimientos. Con los porcentajes por reproducción en plataformas, un músico no recibe más que unas migajas. El propio devenir de la industria, la devaluación constante de la música y el parón obligado de los conciertos tras dos años de pandemia les está forzando a buscar vías alternativas con que ganarse la vida. Los NFT tal vez no se conviertan nunca en su fuente principal de ingresos, pero sí pueden ser un recurso accesorio. Hay que pensar que los NFT, a diferencia de otros productos, permiten al artista hacer negocio sin intermediarios.

En estos tiempos se diría que el furor por las criptodivisas se ha moderado. Desde la guerra de Ucrania, la crisis de materias primas y la inflación, lo que se valoran son bienes materiales como el oro, el petróleo o las propiedades inmobiliarias. Estos ejemplos que hemos puesto de la industria y las NFT no dejan de ser anecdóticos. La pregunta es si, al margen de su uso especulativo o publicitario (o cosas peores), habrá un hueco para la utilización práctica y honesta de NFT en la vida diaria. El tiempo dirá.