Muchas empresas deciden en un momento dado renovar su sinergia en Internet con planes muy ambiciosos en los que consideran una plataforma tecnológica sobre la que desplegar todos sus conocimientos. Y como primer paso (natural, en estos casos), confían (o deberían confiar) en profesionales para sentar las bases de la que será su futura estrategia que debería permitirles obtener una mayor visibilidad en Internet.
Pero muchas de estas empresas fallan (miserablemente, si me permitís el epíteto) sólo unos meses después de haber empezado una estrategia de este tipo, casi siempre por la misma razón: los contenidos.
Entre tú y yo un diamante no es suficiente
Generalmente, cuando una empresa inicia una nueva estrategia en Internet, planifica todos los vectores de ataque de forma cuidadosa y pretende situar ciertos hitos en diferentes segmentos: redes sociales, SEO, SEM, reposicionamiento, actividad comercial... la lista puede ser larga, y en algunas ocasiones, larguísima.
Para ello, y con mucha ilusión, monta un entramado técnico con el que pretende alcanzar todos estos objetivos lo más rápido posible. Este entramado técnico puede llegar a ser "maravilloso" y realizar tareas mucho mas allá de lo que el cliente hubiera podido soñar, pero por muy bueno que sea, por muy bien estructurado, diseñado y programado que esté, no es una píldora maravillosa para solucionar todos los problemas. A todos los efectos, es como comprar un camión (o un trailer) con las últimas características técnicas del mercado... que para que salga rentable se ha de llenar. Y es allí donde nos encontramos con el gran escollo.
Lo importante son los contenidos. Los contenidos son la clave de cualquier nueva estrategia en Internet. Por muy tecnológicamente avanzado que sea el soporte, por muy bien preparado que esté el entramado, si no hay nuevos contenidos, si no se actualiza, si nuestro camión de 6 ejes se usa para transportar "un sobre americano y sólo de vez en cuando", habremos hecho una inversión que simplemente no servirá para nada.
De hecho, tan importante es que el personal que va a operar la nueva web reciba un curso (o cursillo) de capacitación como operadores (técnicos) para actualizar los contenidos como recibir una formación adicional sobre cómo crear esos contenidos.
Generalmente este factor tan importante es desestimado de los presupuestos por parte de las empresas porque al igual que en el servicio militar, cuando se llegaba al campo del "valor en combate" se añadía una lacónica frase que decía "se le supone".
Y es que se supone que si eres capaz de manejar un ordenador con cierta soltura, eres capaz de generar contenidos de calidad. Es tan absurdo como dar por sentado que alguien que sabe manejar un destornillador es capaz de arreglar motores... incluso de Fórmula 1.
Las claves para crear buenos contenidos, independientemente de la formación recibida, son básicas y sencillas:
Al final del día... unos buenos contenidos generan visitas. Y tráfico. Y un buen posicionamiento e imagen. En resumidas cuentas, negocio. Y de eso se trata, ¿no?.