George E. Lewis es un músico de jazz, intérprete de trombón y reconocido pionero de la electrónica. Además de un competente músico y compositor, Lewis es un experto en computación que ha sabido combinar dos mundos tan aparentemente lejanos como la informática y la improvisación del jazz. Su más prestigiosa creación es un software de improvisación musical que funciona al margen de cualquier intérprete humano.
Lewis (Chicago, 1952), graduado en Filosofía por la prestigiosa universidad de Yale, siempre ha sido un tipo inquieto. Ha colaborado con artistas de vanguardia como John Zorn o Laurie Anderson y ha formado parte de manera esporádica del colectivo de música experimental Musica Elettronica Viva. Ha trabajado junto a video artistas, ha escrito libros e impartido clases como Doctor en música en las Universidades de San Diego y Columbia, en Nueva York. Ha escrito una ópera y participado en más de 140 discos. Lo que se dice un prodigio.
Interesado desde los diecinueve años en llegar hasta los últimos límites de la innovación musical, Lewis se interesó por los ordenadores en los años ochenta. Entre 1986 y 1988 desarrolló el software que le ha hecho más célebre: Voyager, un programa que fue retocando y mejorando los años siguientes.
Voyager es un hito de su tiempo, tanto en el terreno artístico como en el informático. Según un artículo del propio Lewis, se trata de un “entorno musical interactivo, no jerárquico, que prioriza la improvisación. En Voyager, los improvisadores entablan un diálogo con una “orquesta virtual de improvisadores” interactiva, dirigida por un ordenador. Un programa informático analiza aspectos de la actuación del improvisador humano en tiempo real, usando ese análisis para crear una composición automática (o, si se quiere, improvisación) que genera tanto respuestas complejas a la interpretación del músico como un comportamiento independiente que surge de su propio proceso interior.”
Es decir, Voyager es, en toda regla, un músico de jazz virtual generado por ordenador.
Las implicaciones teóricas, culturales y sociales de la creación de Lewis son de una complejidad enorme, y no podemos abordarlas aquí, pero sí podemos resumir un poco su historia. Voyager se programó en Forth, un lenguaje ya veterano, que data de 1970. Forth influyó en la aparición de otros lenguajes como HMSL (Hierarchical Music Specification Language) o Max, un entorno modular de desarrollo gráfico para música y multimedia, aún vigente hoy en día.
El programa no se concibió como un músico que tocara según patrones de estímulo y respuesta, sino como uno independiente del operador del ordenador, que toca de manera totalmente improvisada y no jerárquica. Consiste en una orquesta de 64 “músicos” controlados por MIDI que tocan de manera asíncrona y no necesariamente simultánea. Una rutina de un nivel inferior analiza la entrada de la música que tocan los intérpretes humanos y que entra mediante MIDI.
Cada 5 a 7 segundos, una subrutina recombina a los músicos MIDI con nuevas combinaciones, de esta manera: primero determina cuántos músicos van a tocar, y luego especifica cómo seguirán abordando la canción, en términos de timbre, melodía, tempo, espacio entre notas, etcétera. Los músicos virtuales pueden imitar, oponerse o simplemente ignorar lo que están tocando los humanos. El programa, como decíamos, es independiente de ellos. Si los hombres no tocaran, Voyager continuaría haciéndolo.
El propósito de Lewis, al contrario de lo que podría pensarse, no era preguntarse si las máquinas podían ser creativas, o si la creatividad podía programarse para que funcionara con autonomía del hombre, sino dónde se encuentra la creatividad y cómo reacciona el hombre a ella, es decir, que el interés de Lewis no era la tecnología ni los ordenadores, sino la música misma.
Del artículo de Lewis se deduce que, para él, un músico de jazz es un intérprete ligado a las raíces de la música negra, que improvisa y muestra sus sentimientos, en una expresión pacífica antiautoritaria, frente a la cultura eurocéntrica de música escrita que el intérprete debe obedecer a rajatabla, y en última instancia frente a la esclavitud que sufrió el pueblo negro durante siglos. Con Voyager, Lewis da un paso más en esta búsqueda de la libertad creativa, y en ello sigue desde entonces. Lewis, a una edad en que mucha gente se jubila, sigue tocando con artistas de todo el mundo en conciertos realmente inusuales donde la música y la tecnología se dan la mano.
Como resultado del desarrollo de Voyager, Lewis publicó un disco en 1993, titulado como el mismo programa.
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