27 noviembre 2017
En esta entrada vamos a realizar una comparación a través del tiempo acerca del bitcoin. Si has seguido el devenir de esta criptomoneda en el curso del último año, ya sabrás que su ascenso está siendo imparable.
Pues bien, vamos a escribir este artículo en dos momentos separados del tiempo y comparar nuestras predicciones.
Hoy, cibermonday de 2017, a un mes y cuatro días de que acabe el año, el bitcoin cotiza a 9.716,38 $, una subida espectacular, incluso para los estándares del año, desde los 9.388,97 $ del día anterior. La semana pasada había experimentado tres pequeñas caídas, que han quedado como algo prácticamente anecdótico con estos datos que ya apuntan hacia la historia: el bitcoin está a menos de trescientos dólares de cotizar a los diez mil. Ha subido mil dólares en una semana. Ni en nuestros sueños más optimistas hubiéramos pensado esto hace un año.
Los medios del día están como locos. Un economista del FMI dice en El País que esto es un timo, que Japón se equivoca al admitirlo como moneda legal y que los gobiernos llegarán un día para regularlo todo.
Otro economista en El Confidencial está sacando el champán y animando a la población a que confíen sus planes de pensiones privados, los que los tengan, a las criptomonedas.
En un término medio, el periódico mexicano El Financiero tan solo indica lo obvio, que bitcoin está en su mejor momento, y contrasta opiniones tanto a favor como en contra.
¿Y nosotros? Bueno, al ritmo vertiginoso que marcha esto, acertar en alguna predicción sería más un milagro que otra cosa por nuestra parte.
Creemos que bitcoin superará los diez mil dólares de cotización al acabar el año. Que seguirá creciendo con buen paso, y que el año que viene unos cuantos países legislarán acerca de ello, bien sea para censurarlo o favorecerlo. Quizá los partidos políticos más progresistas tomen algún tipo de medida electoral acerca de ello.
Pero no serán los organismos públicos sino la empresa privada, siempre más atenta al beneficio, la que tratará de seguir este ritmo. Tal vez muchas compañías tecnológicas aceptarán gradualmente su uso.
Es difícil decir algo más. Cerramos, por tanto, nuestra pequeña cápsula del tiempo, que abriremos dentro de medio año.
16 abril 2018
Abrimos la cápsula del tiempo seis meses después, sin duda con algo de decepción. Un mes después de cerrarla, a finales de 2017, lo del bitcoin era pura euforia. Debemos decir que cuando se alcanzaron los 19.500 dólares en la Navidad de 2017, incluso nosotros, defensores de la innovación y la tecnología, nos olíamos la tostada de la burbuja.
Pero lo cierto es que al cerrar la cápsula éramos optimistas. Ni podíamos imaginar los machetazos que las criptomonedas estaban a punto de recibir.
El 31 de enero del nuevo año, Facebook anunció que prohibía la publicidad de critomonedas, de ofertas iniciales de monedas y servicios que inciten a inversiones financieras con prácticas fraudulentas. Consecuencia: en la primera semana de febrero cayó un 30%, en solo siete días. No había pasado nada parecido desde 2013.
Mes y medio después, Google implantaba la misma medida: vetados los anuncios de publicidad acerca de productos financieros sin regular. La nueva normativa se aplica a partir de junio, pero el impacto fue inmediato: Bitcoin volvió a bajar un 5%. El 15 de marzo el bitcoin se situaba en los 8.186$. Twitter siguió con la misma medida a finales de marzo.
Eso no acabó ahí. El 3 de abril todos los medios tecnológicos y financieros recogían una nueva puntilla de Google: Chrome destierra todas las extensiones de minado de criptomoneda. Dos días después el bitcoin se cotizaba a 6.828$.
Lo de Ethereum, la otra gran moneda competidora, ha seguido el mismo camino.
A fecha de publicación de este artículo, el bitcoin se cotiza a 8.071 dólares, casi dos mil menos que cuando empezamos a escribirlo, y ethereum a 507 dólares, unos cincuenta más que entonces.
En conclusión, pensamos que hemos acertado a medias. Por un lado, fallamos en ver que la cotización se despeñaría por algo que no tuvimos en cuenta, y es la brutal tendencia al engaño y el fraude. Las criptomonedas son la nueva fiebre del oro, y ha estimulado como nunca la picaresca, por no decir el crimen, y las grandes compañías han reaccionado con contundencia. Al menos en ese sentido podemos estar tranquilos.
En lo que sí acertamos fue que bitcoin superaría los diez mil dólares a finales de 2017 (y nos quedamos cortos), y que la empresa privada actuaría antes que la pública para favorecerlo o censurarlo.
No vamos a cerrar de nuevo la cápsula, pero desde luego que seguiremos atentos a los movimientos de las criptomonedas. Quizá su futuro no sea tan halagüeño como pronosticábamos el otoño pasado. Con probabilidad tendrán que pasar por algún tipo de control. Lo que está claro es que han venido para quedarse.