“No me hagas pensar”: así tituló Steve Krug uno de sus libros, pionero en experiencia de usuario y usabilidad.
Y el lema ha resultado más exacto de lo que él mismo podría imaginar. Lo que viene en diseño se llama Anticipatory Design, y va justamente de eso.
El AD es una rama de la Experiencia de Usuario (UX) que consiste en reducir la carga cognitiva de los usuarios a través de un diseño conscientemente preparado para anticiparse a sus demandas, gracias al conocimiento que tenemos de ellas.
Piensa en el enorme salto que ya estamos dando:
Hace tres o cuatro años, para llamar a tu amigo Juan debías desbloquear el teléfono, abrir la agenda, buscar su número y darle al botón de llamada. Hoy puedes decirle a tu asistente “llama a Juan”, y él hará el resto. Una decisión contra cuatro y, además, realizada por medio de la voz, con las manos libres.
El botón “voy a tener suerte” de Google podría considerarse el abuelo del diseño anticipatorio, en este sentido. O tal vez lo sea el viejo Clippo, aquel ayudante del Word que nos preguntaba si estábamos escribiendo una carta nada más detectar las primeras líneas.
En esto, el diseño simplemente ha aprendido de la programación informática. Hace ya muchos años que los logaritmos de los buscadores, de los servicios de streaming o de las tiendas online han aprendido nuestros hábitos y responden a ello. Ahora sólo basta que el diseño apoye tales funciones.
Un ejemplo excelente de diseño anticipatorio bien entendido y combinado con el Machine Learning y el Internet de las cosas es Google Nest Hub, una aplicación domótica para el control de la casa. Con el simple uso de la voz puedes ajustar el termostato, las luces de la casa y otros dispositivos domésticos, incluso poner tu serie favorita en el televisor.
El diseño anticipatorio funciona no sólo en las aplicaciones informáticas, sino en la vida en general. Si has tomado el metro en Madrid, habrás comprobado que las máquinas expendedoras de billetes te preguntan si deseas un comprobante de compra… ¡dos veces!, al principio y al final del proceso. No tiene mucho sentido.
Las personas somos animales de costumbres. Piensa en la cantidad de acciones que efectúas de la misma manera cada día: comprobar el estado de las cuentas del banco, consultar el correo, mirar el parte meteorológico de la semana, leer las noticias… Nuestra vida es predecible, dicho esto sin ánimo de ofender. En realidad, resulta natural y positivo que sea así.
Como se ve, hay mucho margen para simplificar estos procesos y otros. Fomentar el diseño anticipatorio es una decisión que hay que tomar en cada proyecto, y que sólo puede traer buenos resultados y una mayor satisfacción de los usuarios.