El próximo ocho de marzo es el día de la mujer trabajadora, una buena disculpa para recordar a todas aquellas grandes desarrolladoras e investigadoras de la historia que han permitido los avances tecnológicos de los que disfrutamos hoy en día. Y de los que disfrutaremos en el futuro, indudablemente.
Resaltar los méritos de estas mujeres no significa menospreciar los de otras grandes figuras masculinas, aquí hay sitio para todos, pero es evidente que no se habla en la misma medida de Ada Lovelace o Hedy Lamarr que de Alan Turing, Shigeru Miyamoto o Steve Jobs. Y que por cada Stephen Hawking admirado y reconocido en todo el globo, hay una Vera Rubin, responsable de postular la existencia de la materia oscura, concepto que, como saben todos los astrónomos, ha cambiado de manera radical nuestra manera de observar el universo. Casi nada.
Sobre esta última científica, fallecida recientemente, leímos una sorprendente necrológica, en una revista que presume de talante progresista, titulada “la gran dama de la materia oscura”. Nos preguntamos si algún periodista habrá considerado necesario llamar alguna vez a Einstein “el gran caballero de la gravedad”. El machismo está por todas partes. Si no, que se lo digan a Marissa Mayer, CEO de Yahoo, que tuvo que soportar chistes machistas sobre su físico en una reunión de inversores hace apenas cuatro años.
Y aunque estas mujeres han conseguido, en vida o de forma póstuma, el respeto de su gremio y de la población, no está de más incidir en ello en nombre de tantas otras mujeres que siguen trabajando en la sombra.
Puede decirse que el curso de la historia contribuyó a que las mujeres encontraran nuevos caminos en investigación y desarrollo. El estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a los hombres a ocupar cargos militares, por lo que a las mujeres con habilidades matemáticas y lógicas se les ofreció la oportunidad de trabajo en inteligencia, espionaje, cifrado de datos... Por desgracia, el mundo tardó mucho en reconocer su esfuerzo de estas mujeres, pero la vía quedó libre y ya no hubo marcha atrás.
Recordamos aquí algunas de esas científicas y expertas en tecnología, ciencia e informática del último siglo (con una referencia obligatoria a Germain y Lovelace), gracias a las cuales disfrutamos de WiFi, programamos en lenguajes informáticos y navegamos por internet.
Marie Sophie Germain (1776 – 1831), importante contribuyente a la teoría de números y la teoría de la elasticidad. Referente en el estudio de los números primos y en avances para la resolución del teorema de Fermat, también destacó en filosofía.
Ada Lovelace (1815 – 1852), madre de la programación informática, creó el primer algoritmo dedicado a que lo procesara una máquina, en cuyas notas sugiere el uso de tarjetas perforadas. Anticipó la posibilidad de que los ordenadores procesaran cálculos complejos y contribuyó al desarrollo de una máquina calculadora mecánica, la máquina analítica.
Lise Meitner (1878 – 1968), Física e investigadora, parte fundamental en el descubrimiento teórico de la obtención de la energía atómica. Su compañero Otto Hahn recibió el Nobel de Química por estos avances, distinción que no se compartió con Meitner. También logró relevantes descubrimientos en radiactividad.
Amalie Emmy Noether (1882 – 1935), matemática, experta en física teórica, álgebra abstracta y topología, propició importantes avances en las teorías de anillos, grupos y campos, en la teoría de los invariantes y de los cuerpos numéricos. El famoso teorema que lleva su nombre clarificó las relaciones entre la simetría en física y las leyes de conservación. Se considera a Noether como una de las mayores autoridades matemáticas de todos los tiempos. Cosa rara, su trabajo consiguió aceptación y repercusión universales ya en vida.
Barbara McClintock (1902 – 1992), experta en genética y doctora en botánica, realizó notables avances en procesos como la recombinación genética, fue pionera en cartografía genética y mapas de ligamentos de genoma y explicó cómo los genes influyen en las características físicas de su portador. Ignorada en su momento, otros científicos continuaron las investigaciones de expresión génica iniciadas por ella. Vivió lo bastante como para recibir el Nobel de Fisiología y Medicina, medio siglo después de publicar sus descubrimientos.
Rózsa Péter (1905 – 1977), matemática y teórica informática, una de las principales contribuyentes a la teoría de funciones recursivas, que más tarde aplicó a los ordenadores.
Grace Murray Hopper (1906 – 1992), primera programadora del Mark I, que inició la aplicación de compiladores para el desarrollo de lenguajes de programación y métodos de validación, desarrolladora de primer compilador de la historia, sentó las bases para COBOL. Al contrario que otras de sus compañeras, recibió grandes honores en vida, aunque muchos de ellos de índole militar.
Clara Rockmore (1911 – 1998), pionera en la interpretación de música electrónica, ayudó en el diseño del theremin, primer instrumento de música electrónica de la historia y escribió el primer manual de solfeo para dicho instrumento.
Mary Kenneth Keller (1913 – 1985), informática teórica, asistente en el desarrollo del lenguaje BASIC, lenguaje cuya influencia se extiende hasta el sistema Windows. Primera persona doctorada en ciencias de la computación en 1965. Escribió cuatro libros, fundó el departamento de informática de la Universidad de Clarke (Iowa) y se dedicó a la educación.
Hedy Lamarr (1914 – 2000), actriz, inventora, ingeniera de telecomunicaciones, esta austriaca superdotada era experta en la técnica de espectro ensanchado y patentó un sistema de comunicaciones secreto basado en frecuencias, tecnología que primero tuvo uso militar, luego civil y hoy sirve de fuente para el WiFi, el BlueTooth, el GPS y demás comunicaciones inalámbricas a larga distancia.
Top Secret Rosies, las seis especialistas en matemáticas que en 1946 programaron el primer computador ENIAC, crearon el primer set de rutinas, introdujeron las primeras aplicaciones de software y clases en programación y en general abrieron camino para los lenguajes de programación. Se llamaban Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Frances Bilas Spence.
Adele Goldstine (1920 – 1964), programadora informática, comandaba el equipo del ENIAC mencionado en el párrafo anterior. Escribió en 1946 el primer manual de uso informático de la historia, precisamente del ENIAC.
Rosalind Elsie Franklin (1920 – 1958), química y cristalógrafa, aportó los datos para la definición de la estructura molecular del ADN, el ARN, los virus, el carbón y el grafito. Sus compañeros Watson y Crick finalizaron el trabajo y recibieron el Nobel de Medicina y Fisiología. No mencionaron su nombre. Ha recibido una veintena de distinciones por su trabajo, todas póstumas.
Nancy Roman (1925), astrónoma. Se la considera la principal desarrolladora del telescopio espacial de la NASA Hubble. Entre otros hallazgos, ha realizado importantes descubrimientos acerca del movimiento de las estrellas.
Evelyn Berezin (1925), teórica e ingeniera informática, inventora del ordenador de oficina, desarrolladora del primer Sistema de reserva de vuelos en tiempo real y responsable del concepto de programa para almacenamiento y edición de textos, germen de los procesadores de texto.
Erna Schneider Hoover (1926), matemática, inventora de un sistema de conmutación computadorizado para el tráfico de llamadas de teléfono, proyecto pionero en telecomunicaciones, gracias al cual ha sido una de las primeras personas en patentar un software.
Jean E. Sammet (1928), informática teórica y matemática, desarrolladora de FORMAC, el primer lenguaje usado para la manipulación de expresiones simbólicas.
Frances E. Allen (1932), pionera en la automatización de tareas paralelas, lo que mejora la eficiencia de las máquinas, y optimización de compiladores. Fue la primera integrante de la junta de consejeros de IBM.
Karen Spärck Jones (1935 – 2007), científica, experta en lingüística computacional. Logró avances innovadores en recuperación de información y creó el logaritmo de indización ponderada o por pesos (ITF) y del IDF, logaritmo para obtener documentos ordenados en una consulta.
Delia Derbyshire (1937 – 2001), intérprete y productora de música electrónica. Aunque no lo compuso, sí fue responsable de la interpretación y grabación del tema de Doctor Who, una de las primeras canciones de música electrónica para una serie de televisión, grabación histórica y muy influyente en la música popular del siglo XX y en gran parte responsable de la fama de la serie.
Lynn Conway (1938), informática e inventora, pionera en el campo de diseño de chips microelectrónicos, autora de la ejecución fuera de orden “generalised dynamic instruction handling”, que sirve para que los procesadores mejoren su rendimiento y los ordenadores lancen el paradigma de ejecución Out Off Order, cuando estos están fuera de servicio. Coautora de un libro clásico sobre sistemas VLSI.
Jude Milhon (1939 – 2003), programadora, activista, escritora, acuñó el término cypherpunk, defensora de los ciberderechos, en especial de la privacidad digital mediante el encriptado de datos y referencia para los hackers de todo el mundo.
Susan Jocelyn Bell Burnell (1943), astrofísica, primera persona en descubrir radioseñales de un púlsar. El Nobel de Física por este hallazgo se entregó al tutor de su tesis, Antony Hewish. También contribuyó al diseño de un radiotelescopio para la observación de quásares. Aunque no tiene un Nobel a su nombre, Jocelyn Bell sí ha conseguido numerosos reconocimientos. Eso sí, le costó varios años de desprecio y escepticismo por parte de sus compañeros de trabajo.
Radia Perlman (1951), programadora, ingeniera de redes, experta en seguridad, creadora del protocolo Spanning Tree (STP), parte crucial para la redundancia de caminos en las redes de área local (LAN). Estudió aplicaciones del enrutamiento en caso de fallos de sistema. Su trabajo ha permitido que el protocolo Ethernet sea capaz de crear grandes redes. Tiene más de cien patentes en su haber y es pionera en la enseñanza infantil de lenguajes de programación.
Carol Shaw (1955), una de las primeras desarrolladoras femeninas de videojuegos. Su primer lanzamiento data de 1978.
Sadie Plant (1964), filósofa, profesora y escritora, pionera en la divulgación del trabajo femenino en la tecnología y el “ciberfeminismo” y estudiosa de los efectos sociales de la tecnología móvil. Quizá sin sus artículos y libros no recordaríamos a algunas de las mujeres pioneras de esta lista.