Hoy en día sobra decir que el sector del libro vive una revolución en todos sus aspectos, desde la producción y distribución hasta el consumo por parte del lector final. En otros artículos nos hemos centrado en los hábitos de lectura de estos últimos, pero las editoriales son las primeras que han evolucionado con los tiempos, y en una de ellas nos vamos a centrar esta vez.
Hemos escogido a la joven editorial sevillana Carlinga porque cubre casi todo el espectro de lo que puede ofrecer una empresa de su ámbito. Editan novelas y antologías de relatos en digital, a través de su web y de plataformas externas. Además de venderse en su web, que incluye un área privada de clientes desde donde gestionar el perfil y las descargas, sus libros llegan a todas partes gracias a portales masivos como Amazon, Google Play y Kobo, otros de implantación tirando a nacional, como la Casa del Libro, y otros especializados en narrativa de género, como Lektu, donde se puede adquirir en formato abierto y compatible con todos los dispositivos, sin DRM.
Quizá el único modelo de venta donde Carlinga no ha entrado es en la suscripción o tarifa plana, mediante el cual los usuarios reciben todas las novedades de una editorial, opción probada por la extinta (o hibernada) Fata Libelli, y que quizá no diera los frutos esperados.
Carlinga no renuncia a la venta de ediciones vegetales (o sea, libros físicos), mediante el sistema de impresión bajo demanda, de la que se encargan la Casa del Libro o Carrefour. Los diseños de sus libros, así como el gramaje del papel y la portada, son de bastante buena calidad, de los que se agradece tener en la estantería. Además, complementan su catálogo con libros físicos y cómics de otras editoriales a través de una librería virtual independiente de su web.
Pero en Carlinga no renuncian a productos alternativos, como dados de rol o, al principio de su andadura, una serie de muñecas artesanales, como forma de atraer a su público más numeroso.
Respecto a la promoción de sus novedades, Carlinga aprovecha los beneficios que le da cada modelo. El hecho de tener libros en papel le permite realizar presentaciones en vivo en librerías, con la presencia de los autores, que pueden dedicar ejemplares a los lectores, o de invitados de renombre que ejercen de maestros de ceremonias, como el célebre creador de juegos de rol Ricard Ibáñez.
Después de cada acto, los libros sobrantes se suelen quedar en las librerías, de tal forma que están disponibles en puntos de venta físicos. Las presentaciones se graban en vídeo e incluso se transmiten en streaming, gracias a las facilidades de librerías muy potentes como la barcelonesa Gigamesh.
J.C. Sánchez y Enerio Dima en la presentación de Grimorio 13, foto de David Martín Rodero
Mientras tanto, Carlinga utiliza al máximo su presencia en Internet. En su web ofrecen descuentos, casi siempre en sintonía con tendencias globales como el Black Friday o el Cybermonday, y regalan capítulos de cada novela o relatos relacionados con el universo de cada una, a modo de extra. Como también publican entrevistas y reseñas de sus obras, la proximidad con el autor es total.
Gracias a las redes sociales, los lectores no son meros observadores. Para uno de sus volúmenes, la antología Grimorio 13, los seguidores pudieron votar la portada del libro de entre tres opciones que se difundieron en una encuesta en Twitter y Facebook.
Carlinga tiene una cierta visión de futuro también respecto a los autores de su catálogo. No solo publican a autores con una carrera consolidada, como Mariela González, que ya cuenta con siete referencias, sino que apuestan por autores noveles en los que ven potencial. Para ello, colaboran con Caja de Letras, una academia que imparte cursos de narrativa y que en algunos casos ha servido de cantera para la compañía.
De esta forma, con una estructura relativamente ligera, pero acompañados de una serie de valiosos escuderos –correctores, maquetadores, ilustradores-, Carlinga es un ejemplo de que una editorial digital joven puede desenvolverse de manera profesional en los nuevos tiempos, sin perder las fortalezas de una editorial clásica.
Seguiremos estudiando la evolución del mundo del libro en próximas entradas. Hasta entonces, ¡feliz lectura!