En este nuevo capítulo de nuestra serie de ciudades inteligentes nos concentramos en un fenómeno interesante: las ecoaldeas, y analizamos un proyecto español concreto que ha abierto sus puertas este mismo año, la ecoaldea de la asociación MUM.
Esta es una organización no gubernamental centrada en la protección y acogida de mujeres supervivientes de maltrato. Ofrecen asistencia psicológica y legal. Para los casos más graves, los de aquellas mujeres que han tenido que abandonar sus hogares con lo puesto y sin posibilidades inmediatas de manutención han construido, prácticamente desde cero, una ecoaldea donde estas mujeres empezarán una nueva vida de manera autosuficiente.
Hay que recordar que a una mujer maltratada le corresponden apenas 420 euros mensuales por ley, una cantidad que por sí sola no basta para mantener a una persona, menos aún si tiene que dejarlo todo atrás, cambiar incluso de ciudad, y cuidar de uno o varios hijos.
El ayuntamiento de un pueblo de la península cedió en el año 2015 un albergue con parcela a la asociación por un período de treinta años. El recinto tiene unos mil metros cuadrados y el edificio, unos trescientos. MUM calcula que hasta ocho familias monoparentales podrían vivir en ella, trabajar y educar a sus hijos. Hemos hablado con Carmen, la presidenta de la asociación, para que nos cuenten acerca de este apasionante proyecto.
La ecoaldea se construyó con la colaboración de Gahecor, Crolec y Litecon, entidades pertenecientes a la Asociación Nacional de Empresas de Rehabilitación y Reforma. La energía se obtiene de manera sostenible gracias a unas placas fotovoltaicas instaladas por la ONG Energía Sin Fronteras. Otras empresas como Iberdrola, el grupo Lledó, Creonsa, Vaillant, General Cable y Kömmerling han contribuido en la rehabilitación.
Las ayudas han venido de todas partes. Si recordáis el programa Millonario Anónimo, emitido hace un par de temporadas en un canal nacional, quizá también recordéis el episodio en que una conocida empresaria del campo del estilismo se apuntaba a trabajar junto a la asociación, para al final revelarse como tal y efectuar un importante donativo.
En realidad, la acogida está siendo espectacular. Por parte de las instituciones, empresas y particulares es muy bien recibido, nos dice Carmen. Les parece siempre una idea genial y por ser ONG algunas empresas nos han ayudado con el tema de la energía solar, como Energía sin fronteras.
En el sentido energético, MUM se han lazado a la piscina con un modelo cien por cien autónomo: la producción de energía es completamente independiente con respecto a la energía convencional, con lo que no tenemos que pagar el impuesto al sol, como suele pasar, ya que no estamos enganchadas a la red eléctrica. Todo son paneles solares y baterías.
El autoabastecimiento energético es solo la primera piedra. Hay otros planes igual de ambiciosos más o menos avanzados. En el plan inicial se contemplaba un huerto ecológico, un compostero, una granja de pequeños animales, un invernadero y depósitos para la recogida de agua de lluvia.
No tenemos tanques de agua, aún, dice Carmen. Nuestra economía no nos permite el desembolso para más recursos. Eso lo tenemos pendiente. Sí está en proceso el huerto ecológico, el cual nos proporcionará, aparte de más salud, el realizar un trabajo terapéutico, sano y de calidad, ahorrando en productos de alimentación.
Para un futuro próximo, la asociación está considerando la posibilidad de lanzar al mercado su propia línea de productos y alimentos ecológicos y sostenibles.
Gracias a los avances técnicos y tecnológicos, ecoaldeas como la de MUM han experimentado un notable crecimiento. En España se cuentan ya más de cuarenta, repartidas por toda la geografía. Hay una gran variedad de ellas: proyectos urbanos, rurales, comunidades ecológicas, educativas o incluso de “eco-turismo”.
El respeto al medio ambiente es solo una de las patas del banco. A veces otra de sus ventajas es la de poder construirse con rapidez y bajo coste, como los domos geodésicos de Desert Dome que se han visto en los festivales de Burning Man. Por su capacidad sostenible, es lógico suponer que las ecoaldeas hayan prosperado en países donde más se necesita. En la red africana de ecoaldeas podemos leer acerca de proyectos ya establecidos en Sudán, Camerún y Senegal. Existen redes similares para las ecoaldeas de América, Europa, Oceanía y Asia.
Un hito en ecoaldeas es la casa de madera de consumo de energía cero de Finlandia: una vivienda de 162 metros cuadrados que produce tanta energía como la que gasta, cosa que tiene su mérito si se tiene en cuenta las duras condiciones climáticas del país y las pocas horas de sol.
La empresa que ha desarrollado el proyecto tiene delegaciones en otros quince países, incluido el nuestro. Esperamos que pronto se instalen viviendas similares en alguno de ellos.