Al cine le queda mucha vida. A pesar de tantos bandazos en el mundo de la cultura, el entretenimiento y la tecnología, el cine ha resistido. Ni video killed the radio star, ni internet killed the movie star, por suerte. Lógicamente, el tiempo no se puede parar y el mundo cambia, pero parece que el cine va a saber cómo adaptarse a las siguientes décadas siglo XXI, y los cinéfilos podrán (podremos) ver películas para en el medio para el que suelen ser concebidas.
Cuando se estrenó Avatar, muchos opinaron que el cine en 3D se convertiría en un estándar. Muchos estrenos sonados, como Toy Story 3 o La vida de Pi así parecían darlo a entender. Visto con perspectiva, esa revolución no ha terminado de cuajar, quizá porque las películas no se plantean en ese medio desde cero, sino que en mayoría de casos se convertía una película de 2D en 3D con un software, añadiendo una capa extra, no siempre con los mejores resultados. Por si eso fuera poco, el estar obligado a llevar gafas es engorroso (sobre todo para los que ya usan gafas graduadas de por sí), el añadir un accesorio complica el proceso de exhibición, encarece el precio de la entrada y en muchos casos resta brillo a la imagen final y no ofrece una calidad de imagen aceptable.
En efecto, parece que el 3D tal y como lo conocemos no tiene mucho recorrido en el futuro, o al menos las grandes majors no se muestran tan interesadas como en años atrás. Hoy en día se está prefiriendo una mejora en la resolución con las tecnologías Ultra HD, 4K y 8K.
Ang Lee, realizador de la mencionada Vida de Pi, ha estrenado hace poco Billy Lynn’s Long Half Time Walk rodada a 120 fotogramas por Segundo, 4 K de resolución y 3D. Sólo cinco ciudades del mundo tienen salas preparadas para emitirlo en estas condiciones.
Curiosamente, en gran parte el objetivo de las nuevas cámaras cinematográficas es alcanzar el grado de calidad y textura de la clásica emulsión fotoquímica, es decir, el cine analógico. Según el director de fotografía Vittorio Storaro, las nuevas cámaras F65 de Sony permiten obtener imágenes en 4K en color de 16 bits, lo más cercano al nivel de la película, aunque todavía no sea equiparable.
Pero la revolución técnica no solo ataca a la calidad de imagen. Estas cámaras de Sony permiten realizar etalonaje en directo. El etalonaje es un proceso de igualado de color para que todas las tomas se identifiquen como un todo en las escenas montadas. Solucionar ese trabajo sobre la marcha supone un ahorro de tiempo y dinero considerable. Además, las cámaras más modernas aportan soluciones de copias de seguridad y archivado en discos ópticos.
También para el cine doméstico ha llegado el 4K. El formato UltraHD tiene una resolución cuatro veces superior a la del Blu-ray estándar y dieciséis veces la del DVD.
El Ultra HD utiliza una tecnología llamada HR (High Dynamic Range), con mayor rango cromático, brillos más luminosos y oscuros más profundos, más el Dolby Atmos, un sistema de sonido envolvente. Al parecer, el Ultra HD cubre casi todos los colores que el ser humano puede percibir.
El mercado Ultra HD está listo para despegar. Además de películas como la de Ang Lee, se están remasterizando películas clásicas, y a decir de los expertos, estas restauraciones respetan mucho mejor la apariencia del cine analógico en 35 milímetros.
Historias inmersivas
Otro de los formatos que piden paso son las historias inmersivas pensadas para la realidad virtual. El cine en 360º puede verse en diferentes dispositivos, sólo hacen falta unas gafas de VR.
En este ámbito destacarían las Spotlight Stories de Google, una serie de cortometrajes en 360º. De ellos solo hay uno de acción real, titulado Help y dirigido por Justin Lin (Fast and Furious, Star Trek Beyond). Los demás son de animación, entre los cuales hay uno de los Simpson, creado para conmemorar los 600 episodios de la serie.
El director español Nacho Vigalondo también ha entrado en el juego, y ha creado un corto en 360º llamado Ceremony, con el patrocinio de Samsung.
Por supuesto, no podemos olvidar aquel paso de gigante que fue el episodio en 360º de El Ministerio del Tiempo, primero en su categoría en todo el mundo, que ya cubrimos en otro artículo. Una alegría de las muchas que ha dado esta serie española.
Mención aparte merece la realidad aumentada. Se espera mucho de Magic Leap, una misteriosa empresa de Florida, que empezó con apenas cien empleados, la mayoría técnicos, que recibió el apoyo económico de Google, Alibaba, KPCB y Warner y que ahora comienza a expandirse a nuevas sedes.
Magic Leap lleva trabajando en secreto seis largos años. ¿Su objetivo? Proyectar imágenes virtuales directamente en la retina humana. Lo llaman “realidad mixta”, es decir, una combinación de realidad virtual y aumentada que mostraría imágenes con las que se podría interactuar.
En tiempos de globalización, Magic Leap dejan caer datos con cuentagotas. Quizá presenten algo en este 2017. Quizá sea un producto que finalmente incorpore gafas o no. Un componente de su producto ha vendido por anticipado un millón de copias a compradores. No se sabe de qué. Se supone que el producto será caro y que incorpora un proyector y un conectar de alta frecuencia de CCP, entre otros componentes.
Y en la sala…
No solo las tecnologías están cambiando, también los espacios de proyección van a ver cambios. Entre 2005 y 2015 se han abierto 40.000 nuevas salas, señal de un renovado interés por la sala cinematográfica. Ahora bien, los exhibidores y distribuidores necesitan atraer a todo tipo de público, sobre todo el joven, así que la oferta en contenidos y tecnologías se irá ampliando poco a poco: retransmisión de conciertos, teatro, ópera, conferencias, clases, series, torneos de videojuegos, contenidos a demanda… Y en cuanto a tecnología, seguirá el 3D sumando a las proyecciones láser, realidad virtual, asientos más grandes, reclinables y más separados.
De todo esto, la tecnología más palpable que está por venir es el Imax VR, un sistema de gafas de realidad virtual para cines. Las primeras salas de prueba se han instalado en seis cines de Estados Unidos a finales de 2016, una de ellas en Los Ángeles. Está previsto exportar la idea a China antes que a cualquier otro lugar del mundo. Dato comprensible, visto que el gigante asiático es una parte fundamental de la audiencia de cintas hollywoodienses.
3D sin gafas
Terminamos con el gran responsable de todo esto: James Cameron, el realizador de Avatar, el hombre que puso el 3D en el mapa, está investigando las posibilidades de 3D sin gafas. Las secuelas de Avatar, con estreno de la primera en 2018, incorporarían este sistema.
En concreto, su propósito se centra en mejorar el proceso de trabajo, en las imágenes de alto rango dinámico (HDR) y en la imagen de alta frecuencia (HFR).
Cameron y su equipo no parten de cero: el 3D sin gafas existe, el problema es que funciona solo para un espectador que mira la pantalla desde un único punto. Cuando hay que ofrecer la imagen a personas situadas desde diferentes lugares de una sala el asunto se complica. No es que sea un problema insoluble, imaginamos. El quid de la cuestión es lo caro que resultará aplicar esta tecnología, y su logística en las salas actuales.
Ignoramos si Cameron se está coordinando con el MIT, pero ha trascendido que el célebre centro de Massachusetts también está esforzándose en ello. El nombre de su proyecto: Cinema 3D. El método que han escogido: cincuenta juegos de espejos y lentes situados en distintos puntos de la sala.
En el cine 3D sin gafas en sistema doméstico, el efecto se produce gracias a unas hendiduras en la pantalla que crean unas barreras de paralaje que engañan al ojo humano para que perciba varios capas de profundidad. En una sala, la pantalla de cine codifica esas señales mientras que el juego de espejos compensaría las diferencias de percepción de cada espectador según su asiento.
Parece que el sistema funciona. Queda por ver su aplicación real y práctica en condiciones industriales, igual que con Cameron. Mientras tanto, los aficionados al cine podemos estar tranquilos con la seguridad de que de una manera u otra, las salas de cine tienen la supervivencia afianzada.